Ganó el que tenía que hacerlo. Durante los últimos días, y por
aquello de fingir la incertidumbre que todo espectáculo merece, se jugó a
una falsa e incierta rivalidad entre 'Birdman' y 'Boyhood'.
B versus B.
Pero no. Puestos a sumar indicios, pocas oportunidades le
quedaban a la duda. De entrada, la película protagonizada por Michael Keaton era, junto a la inmensa 'El gran hotel Budapest'
(también con cuatro estatuillas y también con B), la que más
nominaciones acumulaba.
Y de salida, conviene no olvidar nunca el punto
débil de los que votan: siempre que los muy maduros académicos han
tenido oportunidad de premiar una cinta en la que ellos mismos salen
retratados, no han podido reprimirse.
Hablamos, para entendernos, de
profesionales de la vanidad. Si además se tiene en cuenta que tanto los
productores como los directores, pasando por los premios del cine independiente (los Spirit), todos ellos han elegido a Iñárritu... no quedaba otra.
Para 'Birdman' fueron cuatro Premios Oscar,
incluido en el que cuenta: el de producción del año junto al director,
la fotografía y el guión. Puestos a ser tan justos como radicales, lo
suyo habría sido colocar a 'Boyhood' a su lado. Al fin y al cabo, es la
película por la que recordaremos el año 2014 y su solitario Oscar se
antoja hasta cruel.
Es así. Sin embargo, y aunque sólo sea porque
provoca ardor de estómago, tampoco conviene enfadarse.
Más allá del
virtuosismo de encerrar la crónica de un suicidio en un único
plano-secuencia (brillante el fotógrafo Emmanuel Lubezki, que ya ganó el año pasado con 'Gravity'), la película es un fiel y agrio retrato de un conflicto
necesariamente eterno.
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